Que una parte del salto provenga de menor gasto tributario en una filial no es detalle contable: es política pura. El diseño fiscal, exenciones, diferimientos, ingeniería de pérdidas y ganancia, opera como palanca de rentabilidad para los grandes conglomerados. La consigna meritocrática se sostiene sobre un Estado que socializa riesgos y privatiza ganancias. Ruy Mauro Marini lo explicó desde el Sur: la superexplotación no es solo salario bajo; es un entramado que abarata el costo del capital a costa del trabajo y de lo público.
Por Equipo El Despertar
El holding Quiñenco, buque insignia del grupo Luksic, informó utilidades por $337.055 millones en el primer semestre de 2025, un salto de 218,5% respecto del año anterior. La explicación oficial reparte méritos: menor gasto por impuestos en CSAV, “sólido desempeño” de Nexans apoyado en desinversiones (Lynxeo y AmerCable), y mejores resultados de Enex, que subió sus volúmenes en todas las geografías. Traducido a lenguaje de clase: menos carga fiscal, ganancias de portafolio y más venta de combustibles en plena crisis social y ambiental.
El reporte agrega que Banco de Chile, CSAV, Enex, SM SAAM y Nexans aumentaron su contribución, mientras CCU mostró utilidades menores por un efecto no recurrente de 2024 (venta de un terreno). Es el manual del holding moderno: la diversificación como red de seguridad de la renta, donde un conglomerado captura valor simultáneamente del crédito bancario, el tráfico marítimo, los combustibles y la logística, amortiguando vaivenes con plusvalías financieras. David Harvey lo llamó “acumulación por desposesión”: el capital gana no solo produciendo, sino comprando, vendiendo y reorganizando activos.
La propia gerencia lo celebra: “un portafolio diversificado… con empresas de excelencia… nos permite reportar estos resultados”, dijo Francisco Pérez Mackenna (cita vía Emol). El énfasis no está en salarios mejores o empleos dignos, sino en la arquitectura societaria que maximiza retornos. Como advertía Marx, “la acumulación de riqueza en un polo es, al mismo tiempo, acumulación de miseria en el polo opuesto” (El Capital, t. I). En Chile, ese “polo” tiene nombre y RUT; el opuesto, millones de hogares apretados por deudas, tarifas y arriendos.
Que una parte del salto provenga de menor gasto tributario en una filial no es detalle contable: es política pura. El diseño fiscal, exenciones, diferimientos, ingeniería de pérdidas y ganancia, opera como palanca de rentabilidad para los grandes conglomerados. La consigna meritocrática se sostiene sobre un Estado que socializa riesgos y privatiza ganancias. Ruy Mauro Marini lo explicó desde el Sur: la superexplotación no es solo salario bajo; es un entramado que abarata el costo del capital a costa del trabajo y de lo público.
El caso Enex enseña otra arista: más ventas de combustibles equivalen a más caja para el holding… y más costos sociales para el resto: contaminación, dependencia energética, presión sobre el bolsillo popular. La rentabilidad privada se escribe con externalidades públicas. CSAV y Nexans muestran el costado financiero: cuando el ciclo acompaña o se venden activos a tiempo, el resultado se engorda sin una sola hora extra de trabajo productivo. Es la economía del “excel”: mover celdas rinde más que mover la rueda del taller.
Mientras tanto, Banco de Chile sigue siendo la máquina silenciosa: márgenes de interés, comisiones, y una economía endeudada que no puede dejar de financiarse. Samir Amin describía el capitalismo contemporáneo como un régimen de oligopolios generalizados: pocos grupos definen precios, condiciones y ritmos de acumulación. En Chile, los mapas de propiedad confirman esa lógica: las utilidades no “llueven”, se concentran.
En resumen, la épica empresarial del semestre no radica en milagros de productividad, sino en la gestión de posiciones dominantes, la contabilidad fiscalmente eficiente y el arte de comprar y vender en el momento justo. El resto es retórica. La pregunta que queda fuera del comunicado es la que importa: ¿qué porción de esta bonanza vuelve a la sociedad como salarios dignos, impuestos efectivos y transición justa? Hasta que esa ecuación cambie, el balance seguirá ordenado para unos pocos y deficitario para las mayorías.