Dom. Ago 3rd, 2025

Kenia: masacre neoliberal, represión imperialista y juventud en rebelión

Jul 8, 2025
Foto Telesur

El pueblo keniata, y especialmente su juventud, ha vuelto a levantarse contra las políticas de ajuste dictadas desde el FMI y obedecidas sin titubeos por el gobierno de William Ruto. ¿La respuesta del Estado? Fuego. Once muertos, cientos de heridos y decenas de desaparecidos. Todo en nombre de la “estabilidad macroeconómica”. Así actúa el capital cuando el pueblo decide decir basta.

La represión del martes 2 de julio no fue un “exceso policial”, como intentan venderlo los burócratas del lenguaje diplomático. Fue una masacre planificada y ejecutada por el Estado burgués keniano, un fiel ejecutor de las órdenes de Washington, del Fondo Monetario Internacional y de las corporaciones extractivistas que saquean el continente africano desde hace siglos.

“El Estado es, por naturaleza, un instrumento de opresión de una clase sobre otra.”
(Lenin, El Estado y la Revolución)

Lo que ocurrió en Kenia no es una tragedia. Es una política.


¿Por qué estalla Kenia? El costo del “desarrollo” capitalista

El detonante de la protesta fue una batería de medidas fiscales que incluían nuevos impuestos sobre servicios básicos, aumentos de precios en combustibles, alimentos y tarifas digitales, como parte de un plan de “ajuste estructural” diseñado para satisfacer las exigencias del FMI.
¿Y para qué sirve ese ajuste? Para pagar deuda externa. Para garantizar los intereses del capital financiero internacional. Para asegurar que la riqueza producida por el pueblo africano siga siendo transferida al norte global.

El pueblo keniano lo entendió: les están robando la vida en nombre de un equilibrio fiscal que solo beneficia a las élites. Por eso, miles de jóvenes ocuparon las calles. Por eso marcharon hacia el Parlamento. Por eso fueron baleados. Porque el capital no tolera la desobediencia.

“La violencia es la partera de toda sociedad vieja preñada de una nueva.”
(Marx, El Capital, Tomo I)

Y el pueblo keniano está pariendo una nueva conciencia: la de clase.


El Estado africano: una marioneta neocolonial en manos del capital internacional

Desde su independencia formal, Kenia —como muchos países del continente— ha vivido bajo regímenes formalmente democráticos pero materialmente subordinados al imperialismo. Lo que se llama “Estado nacional” en África no es sino un aparato burocrático-militar encargado de garantizar que la extracción de riquezas no se detenga, que los acuerdos con el FMI se cumplan, y que cualquier foco de resistencia sea reprimido sin piedad.

William Ruto, presidente actual, es un fiel gerente del capital imperial. Le llaman “pragmático”, pero su pragmatismo significa hambre para millones y muerte para los que luchan. Lo mismo da si viste de traje africano o si recita discursos anticoloniales: su lealtad está con los acreedores, no con el pueblo.

Y cuando los mártires caen, el mundo “civilizado” calla. La ONU balbucea. EE.UU. mira hacia otro lado. Y los mismos países que arman y entrenan a las policías africanas publican comunicados vacíos sobre los “derechos humanos”.

Porque en este sistema, la vida de los pobres del Sur no vale nada si se opone al libre mercado.


Levantamiento juvenil: el sujeto social empieza a despertar

Lo más potente de esta revuelta en Kenia es el carácter generacional y popular del levantamiento. No es un movimiento electoral ni una disputa entre facciones políticas tradicionales. Es una explosión de rabia social encabezada por jóvenes trabajadores, estudiantes, desempleados, migrantes internos, pobladores urbanos.

El movimiento #RejectFinanceBill es una manifestación embrionaria de conciencia de clase. No es casualidad que la policía haya disparado con tanta saña: sabían que no enfrentaban simples “manifestantes”, sino una clase popular que comienza a reconocerse como fuerza histórica.

Pero cuidado: sin organización revolucionaria, sin partido, sin programa socialista, la energía de estas masas puede ser canalizada, absorbida o aplastada. Lo hemos visto en Túnez, en Sudáfrica, en Egipto. La espontaneidad es poderosa, pero no sustituye la estrategia.


Conclusión: la masacre de Kenia es advertencia y ejemplo

Kenia no está sola. Su dolor es el de toda África. Su rabia es la nuestra.
Lo que ocurrió en Nairobi es una clase magistral sobre el funcionamiento real del Estado bajo el capitalismo dependiente.

Cuando la juventud cuestiona los dogmas del libre mercado, cuando las masas se atreven a marchar contra la dictadura del FMI, el capital responde con fuego. Y los gobiernos serviles, aunque se pinten de democracia, revelan su verdadero rostro: el de una dictadura al servicio de la acumulación.

“No hay salida para los pueblos del Tercer Mundo dentro del capitalismo.”
(Samir Amin)

Lo que necesita Kenia no es reforma fiscal, ni diálogo con verdugos, ni intervención de oenegés. Necesita revolución socialista africana, planificación democrática de la economía y ruptura con el imperialismo financiero. un saldo trágico de al menos 60 muertos y cientos de heridos. Las de este año, según la KNCHR, ya han causado 19 muertos y 531 heridos en lo que va del ciclo de protestas.

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