El paradigma de “libre mercado” impuesto por la dictadura sirvió de cobertura para consolidar un Estado mínimo confiscador de derechos sociales y la desigualdad extrema, no es un mal social accidental, es un resultado funcional del capitalismo oligopólico, y el Estado neoliberal opera para reproducirla.
Equipo El Despertar
Durante un seminario organizado por la Fundación Friedrich Ebert en la Casa Central de la Universidad de Chile, el Premio Nobel de Economía Joseph Stiglitz dio un golpe certero al relato que presenta al neoliberalismo como paradigma de libertad. Citando incluso al Presidente Boric, afirmó que “Chile fue la cuna del neoliberalismo, también puede ser su tumba”.
Stiglitz expresó desde el frontis: “Milton Friedman no le importaba la libertad política. Una vez que Pinochet tomó el poder, Friedman utilizó esa dictadura para imponer sus ideas económicas en Chile, con consecuencias desastrosas”.
De este modo, desmonta la narrativa que asocia al mercado libre con mayor bienestar y libertad real para los pueblos. El economista enfatizó que el neoliberalismo —una ideología dominante durante 40 años— no está basado en evidencia científica, y ha provocado un crecimiento más lento y una desigualdad persistente.
“El crecimiento ocurrió, pero tenemos un aumento enorme de inequidad… la inequidad crea un campo fértil para los demagogos”.
Para Stiglitz, la medición del PIB no captura lo esencial de las expectativas de los pueblos que giran en torno a seguridad, bienestar, participación política y justicia social.
Desde una lectura crítica transformadora, lo expuesto por Stiglitz confirma que el modelo neoliberal no promueve libertad real, ya que refuerza la libertad del capital financiero, no la laboral ni democrática.
El paradigma de “libre mercado” impuesto por la dictadura sirvió de cobertura para consolidar un Estado mínimo confiscador de derechos sociales y la desigualdad extrema, no es un mal social accidental, es un resultado funcional del capitalismo oligopólico, y el Estado neoliberal opera para reproducirla.
Para académicos críticos como Ricardo Ffrench-Davis o Gonzalo Durán, la visita de Stiglitz reafirma que el liberalismo económico chileno fue un proceso político, no una solución técnica. Lo que ocurrió fue una colonización económica, permitida exclusivamente por la coerción del Estado y sin consulta democrática.
Se hace indispensable en ese contexto, reconocer los límites del consenso neoliberal y denunciar el falso éxito económico que ha significado un costo altisimo en calidad de la democracia y en derechos sociales. Tambien es urgente repensar la política económica, vinculando crecimiento con distribución, participación comunitaria y soberanía popular, y avanzar hacia un modelo que rompa con la lógica extractivista, retomando la soberanía fiscal y redistributiva como principios estructurales.
Joseph Stiglitz no vino a Chile a impartir ortodoxia técnica. Vino a desarmar un mito: el neoliberalismo nunca trajo la libertad política ni prosperidad compartida. Fue la punta de lanza de un proyecto que destruyó tejido social y concentró riqueza por la vía autoritaria.
Si Chile llegó a ser laboratorio del libre mercado en dictadura, puede convertirse ahora en modelo de su superación desde la izquierda, redefiniendo un desarrollo centrado en las personas, no en el lucro financiero.