Dom. Ago 3rd, 2025

El gran capital lanza advertencia preelectoral: CPC expresa temor a reformas que cuestionen el poder económico

Jul 14, 2025

A menos de un año de las elecciones presidenciales y parlamentarias en Chile, el presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), Ricardo Mewes, advirtió que el empresariado se encuentra “preocupado” por propuestas políticas que “miran con desconfianza al emprendimiento y la inversión privada”.

En un lenguaje que ya es habitual en la burguesía chilena, Mewes hizo un llamado al “diálogo” y a evitar “incertidumbres” que puedan afectar al mercado. En otras palabras, el empresariado exige garantías de continuidad del modelo neoliberal, disfrazándolo bajo los eufemismos de “clima de negocios” y “confianza institucional”. Sin embargo, lo que está en juego no es el emprendimiento: es la tasa de ganancia del capital.

Cuando el patrón habla de ‘inseguridad’, teme perder poder

Cada vez que se acercan elecciones, la fracción dominante de la burguesía chilena —organizada en la CPC— reaparece para “advertir” al país sobre los peligros del cambio. Pero lo que realmente los inquieta no son las ideas progresistas, ni los derechos sociales, ni los equilibrios fiscales: les inquieta cualquier proyecto político que ponga en cuestión su dominio histórico sobre los medios de producción y el aparato estatal.

Como escribió Marx en El Manifiesto Comunista:

“Las ideas dominantes en cada época no han sido sino las ideas de la clase dominante.”

Por eso, cuando Mewes habla de “propuestas que desincentivan la inversión”, lo que teme no es la ruina del país. Teme que alguien ponga freno a la extracción legalizada de riqueza que realizan las grandes empresas a costa del trabajo del pueblo.

El empresariado no vota como ciudadano: actúa como clase

La CPC no representa intereses generales. Representa los intereses concentrados del gran capital: bancario, exportador, agroindustrial, energético y financiero. Y cuando habla de “inversión”, defiende su derecho a explotar recursos, flexibilizar empleo, evadir impuestos y presionar al Estado para que no moleste.

No es casual que cada vez que asoman debates sobre:

  • impuestos a las grandes fortunas,
  • royalty a los recursos naturales,
  • derechos laborales más robustos,
  • o nacionalización de servicios estratégicos,

el empresariado hable de “incertidumbre”. Lo que realmente quieren es certeza de que nadie les tocará sus privilegios.

La democracia económica no entra en su ecuación

Para la CPC, “confianza” significa gobiernos que administren el modelo, no que lo cuestionen. Por eso han convivido sin problemas con la Concertación, con Piñera, e incluso con Boric mientras no avance una reforma sustantiva.

Pero la sola posibilidad de una candidatura popular, una nueva Constitución democrática, o un movimiento social con poder real los pone en alerta.

“No se trata de interpretar el mundo, sino de transformarlo.”
(Marx, Tesis sobre Feuerbach)

Lo que está en juego no es la “confianza empresarial”. Es la lucha entre dos proyectos: el de la propiedad privada como intocable, y el de la vida digna como prioridad.

Conclusión: el capital habla claro… cuando se siente amenazado

La CPC no está preocupada por el país. Está preocupada por mantener su hegemonía. Lo ha hecho durante décadas con una combinación de lobby, chantaje económico, medios de comunicación y control del aparato estatal.

Cada vez que lanzan estas declaraciones, están marcando el terreno: recordando a todos los candidatos que, si quieren “gobernabilidad”, deben gobernar para ellos.

Y es justamente eso lo que debe romperse: la dictadura no declarada del gran empresariado sobre la voluntad popular.

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