Varias juntas regionales ya lanzaron señales: prefieren una DC autónoma, con candidato propio. En Santiago, Valparaíso y Maule se escuchan rumores de un voto por la independencia, más que por la unidad del bloque oficialista. En cambio, al interior del comando de Jara, diputados como Eric Aedo, Yasna Provoste y Francisco Huenchumilla llaman al pragmatismo y recuerdan la alianza estratégica para las reformas, especialmente la de pensiones.
Por Equipo El Despertar
Este sábado 26 de julio, la Democracia Cristiana se juega mucho. Su Junta Nacional, cita ineludible para más de 400 delegados, definirá si apuesta por Jeannette Jara (PC), va con carta propia o deja libertad de acción a su militancia.
Tras el tropiezo en la primaria de “Unidad por Chile”, donde la DC no formó parte del pacto, el partido aún busca recomponerse. El nombre de susurros sigue siendo Alberto Undurraga, aunque su opción fue descartada por el Tribunal Supremo por falta de primarias formales. Luego de la derrota de Tohá en la interna oficialista, la DC quedó sin bastión claro: ¿apostar por Jara?, o ¿arriesgarse con un independiente como Harold Mayne‑Nicholls?
Varias juntas regionales ya lanzaron señales: prefieren una DC autónoma, con candidato propio. En Santiago, Valparaíso y Maule se escuchan rumores de un voto por la independencia, más que por la unidad del bloque oficialista. En cambio, al interior del comando de Jara, diputados como Eric Aedo, Yasna Provoste y Francisco Huenchumilla llaman al pragmatismo y recuerdan la alianza estratégica para las reformas, especialmente la de pensiones.
A la cabeza, Alberto Undurraga ha recordado su rechazo a apoyar una candidatura comunista, aún frente a las presiones internas. Su discurso apunta a evitar una fusión que diluya la identidad DC, condicionando todo a una definición adulta y consciente.
Algunos dirigentes ya coquetean con Mayne‑Nicholls, que lleva 21.000 firmas y plantea una candidatura independiente de centro. Quienes impulsan esta opción apuestan a algo propio, sin depender del PC ni del resto del oficialismo. “Puede ser la mejor alternativa para quienes hoy nos sentimos náufragos en esta elección”, aseguran miembros del ala más pragmática.
Pero el dilema no es solo electoral, sino de principio. ¿Consolidarse dentro del bloque oficialista o recuperar una identidad autónoma? el riesgo, plantean algunos, apoyar a Jara garantiza influencia y gobernabilidad futura, pero debilitamiento ideológico. En cambio, la candidatura propia brinda visibilidad, pero amenaza fragmentar la alianza de centroizquierda.
El plazo para inscribir candidaturas independientes vence el 18 de agosto, el calendario aprieta y las definiciones deben cerrarse sin titubeos. La Junta del 26 de julio no será una mera formalidad: es una prueba de fuego para la DC. Enfrenta la disyuntiva entre el clivaje de un partido autonómico o el encaje en un campo presidencial amplio. Y mientras las regionales favorecen independencia, la dirección nacional parece empujada al realismo pragmático. Queda por verse si primará la coherencia identitaria o la solvencia estratégica. Sea cual sea el camino escogido, el resultado marcará el destino de la DC en la carrera presidencial y su lugar dentro del progresismo chileno.