Según Palma, Ir solos puede condenar a la DC a no alcanzar el 5% de votos necesarios y quedar fuera del parlamento. Por otro lado, plantea el ex ministro de Lagos, el respaldo a Jara no sería “renunciar a principios” sino ejercer política, entendida como construcción de poder para blindar avances sociales, medioambientales y democráticos. Para él, el límite real entre ambos sería la irrelevancia, no la crítica ideológica.
Por Equipo El Despertar
Entre tensiones internas, dilemas de identidad y el riesgo de extinción política, el histórico democratacristiano Andrés Palma, ex ministro del gobierno de Ricardo Lagos, ha vuelto a poner nombre y apellido a una urgencia: que la Democracia Cristiana (DC) decida si apoya a Jeannette Jara, la candidata presidenciales del bloque oficialista “Unidad por Chile”.
En un mensaje emitido a través de WhatsApp, Palma advierte sin ambages: sin un acuerdo con la izquierda transformadora, la DC podría estar dando sus últimos pasos como fuerza relevante en la arena parlamentaria: “Si queremos tener futuro, el camino a seguir es claro”.
Andrés Palma reconstruye nueve elecciones parlamentarias desde el retorno a la democracia y concluye: pocas instituciones cumplen su rol más allá de la política de conveniencia. Atrás queda su alianza con la Concertación, que logró hasta 21 diputados en sus mejores momentos, pero también queda claro su llamado: los principios no se abandonan por acuerdos tácticos, sino que se fortalecen mediante influencia con propósito.
Para él, levantar una candidatura propia o de centro, no solo es errático, sino contradictorio con la historia democratacristiana: un partido que ha sido agente de transformaciones en gobiernos socialistas no debería fragmentarse cuando se necesita unidad.
Según Palma, Ir solos puede condenar a la DC a no alcanzar el 5% de votos necesarios y quedar fuera del parlamento. Por otro lado, plantea el ex ministro de Lagos, el respaldo a Jara no sería “renunciar a principios” sino ejercer política, entendida como construcción de poder para blindar avances sociales, medioambientales y democráticos. Para él, el límite real entre ambos sería la irrelevancia, no la crítica ideológica.
Desde el marxismo político, el mensaje de Palma puede leerse como la constatación de que la necesidad de la unidad popular no es una elección táctica, sino la única alternativa ante la atomización del centro progresista. Al proponer la alianza con Jara, no entrega su base ideológica, sino que busca articular un bloque que pueda disputar tanto la economía política como la estructura del Estado en favor de reformas profundas.
Su advertencia resuena: los desmontes neoliberales no se enfrentan desde el centro sin poder parlamentario, y eso lo saben quienes han gobernado y resistido desde las bases históricas de un progresismo transformador.
En la encrucijada actual, la DC no solo decide si se suma a Jeannette Jara: decide si será parte activa en la construcción de un nuevo pacto político y social. Si opta por el aislamiento, seguirá el camino de muchos otros partidos que sucumbieron al centrismo reaccionario o a la irrelevancia.
El mensaje de Andrés Palma es más que un llamado al pragmatismo electoral: es un recordatorio de que la política real se hace desde el poder organizado, no desde posiciones de observación. Y si la DC quiere tener futuro, debe decidir si sigue intentando liderar desde su historia o si se resigna a desaparecer intentando ser centro en un país que le exige tomar partido.