Diversos parlamentarios y figuras gremiales del sector, principalmente de la UDI y RN, a espaldas de la candidata, habrían comenzado diálogos con el Partido Republicano para asegurar cupos en el Congreso a través de pactos por omisión. El nerviosismo aumentó luego del acta del encuentro programático celebrado en el Congreso, donde se encendieron alarmas sobre la baja intención de voto de Matthei y su escasa conectividad territorial, en particular frente a Kast y Jara.
Por Equipo El Despertar
A apenas tres semanas del cierre oficial de las listas parlamentarias, crece la incertidumbre en torno a la candidatura de Evelyn Matthei (UDI/RN). Según fuentes cercanas a la candidata, en el entorno de Chile Vamos hay quienes ya contemplan dejar la nave oficialista: cuestionan su capacidad de repuntar en las encuestas y no descartan incluso negociar con el partido de José Antonio Kast antes del cierre de las candidaturas.
Diversos parlamentarios y figuras gremiales del sector, principalmente de la UDI y RN, a espaldas de la candidata, habrían comenzado diálogos con el Partido Republicano para asegurar cupos en el Congreso a través de pactos por omisión. El nerviosismo aumentó luego del acta del encuentro programático celebrado en el Congreso, donde se encendieron alarmas sobre la baja intención de voto de Matthei y su escasa conectividad territorial, en particular frente a Kast y Jara.
La presión por construir una lista parlamentaria unificada entre Chile Vamos y Republicanos ha reactivado negociaciones tácitas, aunque disímiles, que mencionan circunscripciones clave y distritos con tres y cuatro diputados. Evópoli se opone frontalmente a estos pactos, acusándolos de pragmatismo sin proyecto. Esto expone una tensión entre pragmatismo electoral y perfil ideológico dentro del bloque.
La “salida a Kast” no es oportunidad política, es rendición electoral. Cuando una candidatura pierde presencia, se busca refugio en intermediarios que aseguren la continuidad del modelo, revelando su reordenamiento clásico: ante la inminente derrota presidencial, prioriza una lista parlamentaria que blinde el Congreso frente a la ascendente izquierda. La fragmentación que buscaba ampliar los nichos de mercado lectoral se revierte tácticamente apuntando a consolidar un bloque neoliberal, ignorando cómo su propio desgaste político refleja un modelo agotado donde la imagen sustituye al contenido.
La caída de Matthei no es solo un problema numérico: es el síntoma de una derecha desconectada de demandas populares y preocupada exclusivamente de su tasa de ganancia. La politización de sus equipos técnicos no logra sobreponerse a la carencia de propuestas programáticas claras y la presión empresarial ha impulsado el reagrupamiento parlamentario a pesar de supuestas contradicciones internas, revelando una lógica más de mantenimiento del poder que de renovación.
Mientras Matthei lucha por obtener respaldo electoral, su comando y base parlamentaria operan una fuga silenciosa. El pragmatismo electoral se impone al proyecto político, y la derecha evidencia que, sin liderazgo fuerte, no hay ni narrativa ni capacidad de disputa democrática.
La campaña de transformación social, impulsada por candidaturas como la de Jara, empieza a mostrar creíbles alternativas. Mientras tanto, la estrategia “barco en escape” de Chile Vamos podría dejar un legado más de continuidad que de cambio sin proyecto.