Dom. Sep 28th, 2025

Galilea marca distancia de Kast: la derecha se debate entre fusiones y divergencias doctrinarias

Ago 26, 2025
Foto Diario El Centro

Que algunos en RN hablen de “diferencias doctrinarias” con Republicanos suena casi a chiste: ambos bloques defienden la propiedad privada, el extractivismo y la represión de la protesta social. Las diferencias son cosméticas, valóricas, comunicacionales, de marketing político, pero no estructurales. En el terreno de clase, tanto Matthei como Kast representan los mismos intereses empresariales.

Por Equipo El Despertar

Las declaraciones del presidente de RN, Rodrigo Galilea, cuestionando la disposición de su partido a integrar un eventual gobierno de José Antonio Kast, encendieron un fuego interno en la derecha. Lo que algunos dirigentes consideran “anticipado” no es un simple error de timing: es la constatación de que la derecha liberal y la ultraderecha republicana comparten intereses materiales, pero no siempre comparten el mismo envoltorio ideológico.

En esencia, Galilea reconoce lo que en privado se comenta hace tiempo: un gobierno encabezado por Kast tendría sus propios cuadros, los Johannes Kaiser y el Partido Social Cristiano, lo que deja a RN en un lugar incómodo. No se trata de diferencias “doctrinarias” profundas en términos de clase, sino de estilo y hegemonía. Mientras Republicanos se presenta como el rostro duro y reaccionario, RN busca seguir administrando el capitalismo con el lenguaje de la gobernabilidad.

Los sectores que lo critican, Monckeberg, Chahuán, entre otros, no lo hacen porque discrepen en lo sustancial. Más bien temen que este debate, adelantado en plena campaña, debilite la candidatura de Matthei y entregue a Kast la centralidad que tanto codicia. El desacuerdo es táctico: cuándo y cómo pactar, no si pactar. Como diría Marx en El 18 Brumario, la política burguesa es, en última instancia, la disputa entre fracciones de una misma clase dominante que terminan unidas contra el pueblo trabajador.

Que algunos en RN hablen de “diferencias doctrinarias” con Republicanos suena casi a chiste: ambos bloques defienden la propiedad privada, el extractivismo y la represión de la protesta social. Las diferencias son cosméticas, valóricas, comunicacionales, de marketing político, pero no estructurales. En el terreno de clase, tanto Matthei como Kast representan los mismos intereses empresariales.

Lo que queda en evidencia es que la derecha se encuentra en una fase de reacomodo: Republicanos empuja la agenda hacia posiciones más autoritarias, y RN mide hasta dónde puede plegarse sin diluir su marca “democrática”. El cálculo es pragmático: si gana Kast, habrá resistencias discursivas, pero la colaboración en el Congreso y en políticas económicas está garantizada. Si gana Matthei, Republicanos hará de oposición controlada hasta negociar cuotas de poder.

La conclusión es simple: la pelea no es por la orientación de clase de un futuro gobierno, sino por la administración del botín político. El pueblo no tiene nada que ganar en esta disputa. La derecha puede discutir si gobierna con corbata azul o con camisa fascistoide, pero el programa de fondo, el del capital, permanece intacto.

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