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Kaiser se victimiza ante la caída de su proyecto reaccionario: el “tirado de las mechas” no es la denuncia, sino el partido.

Jul 28, 2025
Foto Aton

Según el Servel, hay indicios graves de irregularidades en el funcionamiento del PNL, entre ellas: declaraciones contrarias al régimen democrático, incitación sistemática al odio y a la violencia política; y organización con fines contrarios al respeto de los derechos fundamentales.

Por Equipo El Despertar

“Esto es tirado de las mechas, se abre la puerta a cualquier cosa”, declaró Johannes Kaiser, el diputado ultraderechista cuyo partido, el Partido Nacional-Libertario (PNL), podría ser disuelto por el Servel, tras admitir una denuncia por vulneración de la ley de partidos políticos.

Según el Servel, hay indicios graves de irregularidades en el funcionamiento del PNL, entre ellas: declaraciones contrarias al régimen democrático, incitación sistemática al odio y a la violencia política; y organización con fines contrarios al respeto de los derechos fundamentales.

Frente a esto, Kaiser reaccionó como lo hace toda casta política burguesa en crisis: acusando censura, victimización y “guerra ideológica”. Lo que no puede admitir es que su proyecto fracasó por lo que realmente era: una organización neofascista financiada por sectores empresariales y sostenida por bots, desinformación y misoginia.

El PNL no fue nunca una anomalía. Fue el brazo político abierto de los grupos más reaccionarios del capital chileno, que durante décadas se escondieron tras la derecha tradicional (UDI, RN), y que ahora intentaron articular un discurso brutalmente clasista y racista, sin filtros.

Kaiser, como Kast y otros, representa un proyecto que combina ultra neoliberalismo económico, con eliminación de impuestos, fin de la educación pública y salud solo para quien pueda pagar; un conservadurismo moral y racismo, representado por ataques a mujeres, pueblos originarios, migrantes y disidencias; y por ultimo, un desprecio por la democracia formal, con propuestas de cerrar el Congreso, proscribir partidos de izquierda y eliminar derechos laborales.

Todo esto lo disfrazaron de “libertad”. Pero lo que querían era una dictadura del capital sin mediaciones. Aunque se autodenominan “antisistema”, el PNL y sus figuras siempre operaron al interior de los márgenes del orden burgués: recibieron aportes reservados de grandes empresarios; usaron plataformas financiadas por think tanks neoliberales; y organizaron eventos conjuntos con el Partido Republicano y fundaciones conservadoras internacionales.

Lo que buscaban no era libertad. Era restaurar el poder total del capital sobre el cuerpo social, eliminando las conquistas populares de las últimas décadas. Su caída ante el Servel no es un atentado contra la democracia: Es una mínima consecuencia de su permanente discurso antidemocrático, violento y fascista.

Kaiser grita censura porque su proyecto político se tambalea. Pero no lo están censurando por ser “libertario”. Lo están desmantelando por haber actuado como un grupo de choque ideológico al servicio del capital más retrógrado.

A pesar de todo, lo que corresponde ahora no es confiar en el Servel. Es organizar al pueblo para que ningún otro partido del odio vuelva a crecer en medio del abandono estatal, la desigualdad y el despojo.

Porque donde no hay justicia social, el fascismo crece como parásito de la desesperación.

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