Sectores del partido, como el diputado Andrés Celis, han comenzado a sugerir que Kast podría ser el candidato natural del sector, argumentando que esto facilitaría cohesionar una lista parlamentaria única contra el oficialismo.
Por: Equipo El despertar
El expresidente histórico de Renovación Nacional (RN), Carlos Larraín, sacudió nuevamente a su partido al anunciar públicamente que votará por José Antonio Kast en primera vuelta, y no por la candidata oficial del bloque, Evelyn Matthei. “Mi candidato es José Antonio Kast, pero no quiero hablar de eso porque me van a pegar”, afirmó., lo que representa un paso simbólico que agudiza la crisis interna del sector y pone a Mattei en la cuerda floja.
La declaración marca el primer “descolgue” explícito de RN frente a su carta presidencial, debilitando aún más la candidatura de Matthei, que ya arrastra una caída en las encuestas y críticas internas sobre su falta de foco y cohesión programática.
Sectores del partido, como el diputado Andrés Celis, han comenzado a sugerir que Kast podría ser el candidato natural del sector, argumentando que esto facilitaría cohesionar una lista parlamentaria única contra el oficialismo.
Esta fractura revela una coalición de derecha que ya no puede disimular su fragmentación. La inestabilidad política se impone sobre la coherencia ideológica y configura un terreno fértil para la extrema derecha, que gana terreno no por fuerza programática, sino por debilidad del centro derechista.
Evidencia además, La ausencia de un liderazgo solido en RN que articule una oposición competitiva sin claudicar ante Kast o los sectores libertarios y ultraconservadores.
La decisión de Carlos Larraín de desmarcarse de Evelyn Matthei no puede verse como una simple divergencia interna: es un signo del deterioro programático de la derecha tradicional. La creciente presión para que RN “se sume” a la opción Kast revela una operación política que prioriza pragmatismo sobre vocación popular, marketing sobre contenido, y adhesión ante el clamor de redes ultras en lugar de convicción democrática.
Este episodio sugiere que el centro derecha chileno está siendo rediseñado no desde un debate constructivo, sino desde la lógica del miedo electoral. La izquierda, con opciones más claras y cohesivas, tiene ahora la responsabilidad de posicionar un liderazgo con contenido y perspectiva, que convoque sin vender su esencia. El bloque conservador está en crisis; corresponde a quienes tienen horizonte de transformación tomar la iniciativa.