La candidata también marcó distancia de La Moneda: “de partida voy a tomar el tema de la seguridad pública prioritario desde el día uno” y “lo vital es la experiencia de los equipos”. El discurso de orden ocupa el centro de la escena. Conviene recordar, con Angela Davis, que “las prisiones no hacen desaparecer los problemas sociales; hacen desaparecer a las personas”: la seguridad como eslogan puede volverse coerción si no se ancla en empleo, vivienda y servicios.
Por Equipo El Despertar
La abanderada de Unidad por Chile, Jeannette Jara, negó haberse “descomunizado” tras ganar la primaria y defendió que “yo siempre he sido igual”, pese a su cambio de postura sobre Cuba y a un marcado énfasis en seguridad y “equipos con experiencia” para diferenciarse del Gobierno de Gabriel Boric. La candidata sostuvo en TVN que su foco “es Chile” y que representa a una coalición amplia de nueve partidos.
El punto que encendió las alarmas fue la rectificación: antes de la primaria afirmó que “Cuba tiene un sistema democrático distinto”; ahora, en el segmento “Car-Curo a La Moneda”, dijo que “claramente no es una democracia” . No es un pie de página: es una señal al centro político y mediático de que Jara administrará los símbolos internacionales con prudencia, aun a costo de irritar a parte de su base comunista.
Consultada por su “descomunización”, respondió: “yo siempre he sido igual… soy militante del Partido Comunista”, pero hoy le toca representar a un sector más amplio con fuerte presencia socialdemócrata. Traducido: continuidad identitaria, recalibración táctica. Gramsci lo llamaría construcción de hegemonía: más que agitar las propias banderas, seducir a quienes piensan distinto sin romper la coalición, pero la duda es si las y los militantes del PC, estarán de acuerdo y si la honestidad intelectual no debiera haberla hecho rechazar una postulación a partir de ese mundo del cual hoy reniega con holgura.
La candidata también marcó distancia de La Moneda: “de partida voy a tomar el tema de la seguridad pública prioritario desde el día uno” y “lo vital es la experiencia de los equipos”. El discurso de orden ocupa el centro de la escena. Conviene recordar, con Angela Davis, que “las prisiones no hacen desaparecer los problemas sociales; hacen desaparecer a las personas”: la seguridad como eslogan puede volverse coerción si no se ancla en empleo, vivienda y servicios.
Al poner “experiencia” como credencial, Jara ofrece gerencia estatal frente al amateurismo percibido del oficialismo. La pregunta material es quién define esa experiencia: ¿ex cuadros tecnocráticos que blindan el ancla fiscal y recortan expectativas, o equipos que traduzcan la agenda social en presupuesto, impuestos progresivos y poder laboral? Marx y Engels advertían: “las ideas dominantes… son las ideas de la clase dominante” .
El giro sobre Cuba opera también como test de confiabilidad internacional. En clave electoral, desactiva el flanco fácil de la derecha; en clave interna, tensa con el PC tras la exclusión matonesca de Jadue, el maltrato permanente e innecesario a Carmona y el desprecio a las Resoluciones del último Congreso del PC. Jara intenta escapar de ese eje: “mi energía está en resolver problemas de la gente”. Pero la coherencia entre símbolos y políticas será examinada en el programa económico y en la definición de “seguridad”.
En suma, Jara niega el “lavado ideológico” y se presenta como misma militante pero uno es lo que hace y no solo lo que dice, otra responsabilidad. La campaña, sin embargo, empuja a un idioma de centro y a una desconexión cada vez mayar con el programa y con el partido que la llevaron a la primaria y que la hicieron ganadora: seguridad desde el día uno, experiencia y subordinación internacional al imperio. Si ese idioma no se traduce en derechos financiados y mejoras materiales medibles, corre el riesgo de convertirse en gerencialismo sin pueblo y terminar como el gobierno de Nepal.
Lo que definirá el relato no es la etiqueta (“descomunizada” sí o no), sino si la promesa de orden con justicia social se sostiene con cifras, cronogramas y coaliciones que repartan poder y presupuesto. Ahí se verá si el giro es táctica de campaña o rumbo de gobierno.