Las tomas no surgen del vacío. Son respuesta directa al abandono estructural de la educación pública: deterioro de infraestructura, déficit de docentes, persecución a dirigentes, nula participación estudiantil en decisiones internas y un modelo educativo que sigue anclado al mercado. Y ante eso, ¿qué hace el “nuevo” alcalde? Repite la estrategia de los Chicago Boys con uniforme: orden, disciplina, y fuerza.
Por Equipo El Despeertar
Bajo la gestión de Mario Desbordes como alcalde de Santiago, continúan las tomas en liceos emblemáticos de la comuna, como el INBA, el Liceo de Aplicación, el Barros Borgoño y el Amunátegui. Ante esto, el exministro y exoficial de Carabineros ha optado por la línea dura: denuncias penales, amenaza de querellas y discursos de orden público, acusando a los estudiantes movilizados de “tomarse los colegios como medida de presión política” y de ser “instrumentalizados por adultos”.
Fiel a su postura de derecha, en lugar de dialogar con los estudiantes, Desbordes recurre al viejo libreto de la derecha chilena: criminalizar la protesta juvenil, negar la legitimidad de sus demandas y transformar la política en un asunto policial.
Los liceos emblemáticos de Santiago tienen una larga historia de lucha estudiantil: desde las jornadas pingüinas de 2006, el movimiento de 2011 y las protestas contra el CAE, hasta hoy, sus comunidades han sido escuelas políticas tanto como académicas.
Las tomas no surgen del vacío. Son respuesta directa al abandono estructural de la educación pública: deterioro de infraestructura, déficit de docentes, persecución a dirigentes, nula participación estudiantil en decisiones internas y un modelo educativo que sigue anclado al mercado. Y ante eso, ¿qué hace el “nuevo” alcalde? Repite la estrategia de los Chicago Boys con uniforme: orden, disciplina, y fuerza.
Mario Desbordes fue ministro de Defensa en el gobierno de Piñera. Fue uno de los responsables de justificar el despliegue militar contra el pueblo durante el Estallido Social de 2019. Su visión del conflicto es clara: no existen demandas legítimas, sólo amenazas al orden.
Ahora, como alcalde, transfiere esa lógica de seguridad nacional a la administración local: estudiantes en toma = amenaza a neutralizar.
Pero desde una perspectiva marxista, el conflicto es otro: el liceo público en toma es una grieta en el muro de la ideología dominante. Un espacio donde el estudiante deja de ser sujeto pasivo de la educación y se convierte en actor político. Eso no lo tolera ningún burgués disfrazado de gestor.
Cuando un estudiante se organiza, cuestiona el currículo, toma un liceo o redacta un petitorio, el poder responde con la misma fórmula de siempre: “están siendo manipulados”. Es la negación sistemática de la capacidad política de la juventud popular. Se acepta que opinen de matemáticas, pero no de presupuesto, ni de democracia escolar, ni de violencia institucional. Desbordes dice que “los estudiantes no deben ser usados políticamente”. Lo que en realidad quiere decir es: “deben obedecer, no organizarse.”
Como decía Paulo Freire: “La educación no cambia el mundo. Cambia a las personas que van a cambiar el mundo. Y eso es lo que la derecha teme: que las tomas formen sujetos capaces de cuestionar el sistema, no solo memorizarlo. Las tomas en los liceos públicos de Santiago no son un problema de seguridad ni de “gobernabilidad municipal”. Son expresiones legítimas de organización juvenil frente a un modelo educativo que excluye, precariza y reproduce las desigualdades de clase.
Mario Desbordes, hoy en su papel de alcalde republicano, sigue cumpliendo su función histórica: ejercer la represión desde la institucionalidad, administrar la educación como empresa pública quebrada, y acallar toda forma de disidencia desde abajo.
Pero cada toma, cada lienzo colgado, cada asamblea estudiantil en un patio vacío es también un gesto de resistencia. Y como siempre, el poder teme más a un estudiante organizado que a mil uniformados obedientes.